Un, dos, tres por mis amigos que
encontré.
Un día me di cuenta de los amigos
que perdí, por que pensé que estaba en depresión pero no lo era; sólo estaba
distraída. Mi nueva meta es encontrar a mis tres queridísimos amigos, ellos son
parte de mí. Conozco a los tres tan profundamente que sólo necesito pensar en
dónde estarán escondidos o simplemente alejados de mí.
Jamás
olvidaría a Nim, la chica hermosa que siempre decía: —De la cuna a la tumba es una escuela— por eso a lo que llamábamos
problemas sólo eran lecciones. Nunca olvidaré aquella frase que dijo: —La vida es dinámica y por eso esta en
constante movimiento—, y claro, no era difícil deducir en qué lugar se
encontraba. Quién podría decir que
estaría en su barco navegando, buscando nuevas lecciones. Sería capaz de
navegar hasta el fin del mundo para recuperar a mi amiga Nim. Así que empezaré
por Singapur de donde ella zarparía, con un barco lleno de herramienta y equipo
necesario para sobrevivir en la búsqueda, con 3 tripulantes que me ayudarían a buscarla, las condiciones eran perfectas,
se escuchaba un oleaje tranquilo.
Llevo 25 días
de mi búsqueda y aún no sé nada de Nim; me acerco a cada barco que pienso que
lleva su mando para informarme quién es la capitana, pero todos con una sonrisa
burlona dicen: —¿cómo una dama podría
ser capitana en un denso mar? —, y
con respeto respondo: — Sí, busco una capitana llamada Nim. Ella es
una dama que siempre he admirado
por ser una buena capitana, y señor créame es mucho mejor que todos los capitanes que he conocido—. Seguí mi búsqueda pensando en dónde
podría estar. Una noche de tormenta decidimos descender un una isla que al
parecer era segura, bajamos y
dormimos unas cuantas horas, escuché extraños ruidos y fui a ver de dónde
provenían. Qué sorpresa me llevé, había una pequeña población (12 hombres, 9
mujeres, y pocos niños fue lo que encontré). Me alejé y desperté a mis tres
tripulantes, los llevé al lugar y nos acercamos a ellos; nos ofrecieron comida.
Aunque era extraña tuvimos que comerla. Esa misma mañana me hablaron de su
líder, me dijeron su nombre y al escucharlo me llené de esperanza. Pregunté que
dónde estaba ella, su líder Nim. Respondieron que ella estaba al otro lado de
la isla y para llegar ella deberían superarse pruebas, que sólo una persona lo
lograría y al llegar a ella, habría que no verla de frente, sólo bastaría para
reconocerla, una frase que nadie sabía.
Me fui,
dejando a mis tripulantes. Arriesgando todo tomé un chuchillo y mucho valor
para enfrentar las pruebas, caminé por una hora sin peligro. De pronto… ¡Oh,
sorpresa!: una red me atrapó quedando inmóvil. Logré desatarme y continué.
Pasaron muchas pruebas y todas las
logré pasar, pero la última y más difícil fue quedarme sin palabras al ver de espaldas
a esa líder de la isla, una joven con cabello largo y negro a un lado de su
hombre izquierdo. La miré y recordé sobre la frase que me habían mencionado, la
conocía perfectamente y dije: — Un,
dos, tres por Nim—, ella volteó y me
dijo sonriente: — Sabía que no te darías por vencida
hasta encontrarme, cuando teníamos 15 años te dejé y ahora después de 10 nos volvimos a encontrar.
Después de encontrar a Nim le
expliqué que así como a ella la busqué tendría que encontrar a James y a
Amelia.
James,
¿quién podría decirme en dónde encontrarlo?, lo único que recuerdo de él antes
de que partiera, fueron sus nobles sentimientos y que él se dejaba guiar por su
corazón antes de consultar a sus pensamientos, que siempre creía que la pobreza
está más cerca el amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos
aleja. Porque nos hace desconfiados. Así que analicé en los lugares en donde
podría estar. Dónde él, teniendo una vida económica alta, podría derrochar ese
dinero con tan puros sentimientos.
África, pero
¿cómo llegar? Era mi pregunta. Así que tomé el primer avión rumbo a ese
destino. Viaje y viaje hasta llegar a África, y llego a mi mente que Níger es al primer lugar en donde el iría
ayudar a la gente en especial a los niños, me dirigí a ese lugar, que es muy caluroso.
Pero… ¿cómo localizarlo? Claro,
era de esperarlo. Él sería un gran médico. Me uní a ellos como una voluntaria,
con el fin de lograr dos cosas: ayudar a esos niños y encontrar a James. Fue desesperante el pasar de las
semanas sin saber nada de él; a cualquier lugar que llagaba preguntaba sobre
James. Pensé que estaba en el lugar incorrecto, no me rendiría hasta
encontrarlo. Así que seguí. Una mañana que me encontraba compartiendo mi
desayuno observé que a unos cuantos metros llegaban 4 camiones repletos de
provisiones, los niños gritaban: —Llegó el doctor James.
Dije James,
¿será él?, no pude verlo, me retiré ya que tenía que continuar ayudando. Todo
el día y parte de la noche estuve pensando si abría posibilidad de que fuera él
o sólo era alguien con el mismo nombre. Unos días después mis esperanzas
empezaban agotarse, pero aún así seguí. La mañana siguiente recurrí al hospital
en donde había más niños a punto de morir, colocaba suero a un pequeño niño,
pero mi mente estaba en saber dónde estaría James. Terminé con los niños que me
necesitaban, daba sin medidas. Me tuve que reportar a una oficina para decir
cuántos niños tenía a mi cuidado. Llegué a la puerta y había un pequeño letrero
que decía: Dr. James M. ¡Me sorprendí tanto al ver ese nombre!, me alegré,
quería llorar de felicidad, sabiendo que podría ser al amigo que buscaba. Abrí
la puerta esperando verlo, pero no se encontraba nadie, entré y tomé asiento y
nadie llegó. Me retiré, pero al día siguiente al terminar mis labores me dirigí
a esa oficina. Abrí la puerta y encontré a ese joven de 23 años hablando por
teléfono con una asociación donde pedía más apoyo, abrí la puerta tan despacio
que no me escuchó. Colgó el teléfono un poco molesto, puso sus codos en su mesa
y colocó sus manos en la cara; estaba tan asombrada porque era él, jamás
olvidaría su rostro, y le dije: —Un, dos, tres por James, mi gran doctor que
ayuda como siempre a los demás. Él levantó su rostro y me miró con duda, ambos
no podíamos creer que después de años nos volveríamos a encontrar, se levantó y
le dije: —Aquí me tienes, después de todo, te encontré.
Pero Amelia, sólo ella me
faltaba. Amiga inteligente la que siempre escuchaba antes de escuchar, la que
sabía a dónde iba, las grandes consecuencias de la mínima actitud. Nunca
olvidaré todas las palabras que me inculcaba; pensé varios lugares en donde podría
estar, porque le gustaba admirar los pasajes, ríos, montañas, los animales,
todo lo relacionado con la naturaleza.
Pero esta vez
no salí del país, entonces me dirigí a la terminal de autobuses y en el camino
recordé que una vez me dijo que le encantaría vivir en lugar tranquilo, lleno
de árboles, y con un poco de frío. Así que llegué a Zacapoaxtla, me dirigí a la
sierra; me costó mucho trabajo, hacíaa mucho frío
acompañado con neblina. Caminaba y caminaba por que el único transporte eran
mis pies. Llegué a un lugar que se llama Pumacachocochuchut, este lugar es un
pueblo muy humilde donde hay paz y tranquilidad, lugar perfecto para que Amelia
esté feliz. Y ahora busqué hospedaje con una familia, en donde me abrieron las
puertas de su hogar, dormí en un petate
pero eso no me importó, dormí plácidamente. Me levanté a las 6:00 AM
para buscar a mi amiga Amelia; caminé 3 horas sin parar y vi humo salir de una
chimenea, la curiosidad me hizo llegar hasta esa bonita cabaña.
Toqué la
puerta, y nadie me abrió. Me asomé por la ventana, y el fuego estaba
desnutrido. Escuché que alguien partía leña, me dirigí a ese ruido y vi a un
señor. Me acerqué y le pregunté por una señorita llamada Amelia, y me
respondió: —Claro que sí. Vive en esta cabaña, se fue a trabajar y llegará
hasta la noche. Me invitó a tomar un café, después salí a caminar a las 7:30
PM, me senté bajo un árbol y escuché el ladrido de los perros anunciando su
llegada; me levanté y la vi pasar, le grite: —¡Un, dos, tres por Amelia! Estoy
feliz de encontrarte—; bajé corriendo, nos vimos por unos segundos y nos
abrazamos, tanta fue me emoción que me puse a llorar, fuimos a su cabañita y
platicamos por horas. Como siempre con sus palabras hermosas me dijo que aceptó
la realidad en la que vivía para salvarse de los engaños—. Algo que me gustó
mucho fue cuando me dijo: —Nunca te vas arrepentir de haberme buscado porque de
lo contario nunca me perdonarías de no haberlo hecho—. Le pregunté que en qué
trabajaba y por qué se retiraba tanto tiempo, me respondió: —Soy escritora, y
estoy convencida y me gusta lo que hago.
Quedé
fascinada de encontrar a mis tres queridos amigos y las razones por las que las
volví a recuperar, ahora sin trabajo alguno puedo visitarlos y ellos a mí.
Gemali Sarai Menéndez Martínez
Mantenimiento a Equipo de Computo
y Control Digital.
Conalep Tehuacán, Exención Ciudad
Serdán.
Al inicio de tu escrito redactaste, que habías perdido amigos y que estabas en depresión, sé que lo has escrito así porque así va la historia pero lo proyecto a la vida diaria y creo que en la vida éso sucede, pasan los años cambiamos de direcciones tomamos distintas rutas y los compañeros van saliendo de nuestra vida, otros se quedan y unos cuantos pocas veces se detienen para recordar viejos tiempos.
ResponderEliminarSiempre he pensado que las personas que realmente son amigos, serán aquellas que se interesan y te dicen que te quieren pero más que éso, te lo demuestran ¿cómo? diciéndote la verdad aunque se escuche dura, te exhortan y a veces te regañan pero eso sí, siempre buscan tu bien. Volviendo a tu escrito, ¡me encantó! me aterrizaste bien bonito en tu escena guapa.
¡Saludos a la tribu termitas!
Itzel Rosas Caballero ♥
Conalep Teziutlán.