viernes, 8 de junio de 2012

Un, dos tres por todos mis compañeros 7: Por mis amigos que encontré


Un, dos, tres por mis amigos que encontré.

Un día me di cuenta de los amigos que perdí, por que pensé que estaba en depresión pero no lo era; sólo estaba distraída. Mi nueva meta es encontrar a mis tres queridísimos amigos, ellos son parte de mí. Conozco a los tres tan profundamente que sólo necesito pensar en dónde estarán escondidos o simplemente alejados de mí.

Jamás olvidaría a Nim, la chica hermosa que siempre decía: —De la cuna a la tumba es una escuela— por eso a lo que llamábamos problemas sólo eran lecciones. Nunca olvidaré aquella frase que dijo: —La vida es dinámica y por eso esta en constante movimiento—, y claro, no era difícil deducir en qué lugar se encontraba. Quién podría decir  que estaría en su barco navegando, buscando nuevas lecciones. Sería capaz de navegar hasta el fin del mundo para recuperar a mi amiga Nim. Así que empezaré por Singapur de donde ella zarparía, con un barco lleno de herramienta y equipo necesario para sobrevivir en la búsqueda, con 3 tripulantes que me ayudarían  a buscarla, las condiciones eran perfectas, se escuchaba un oleaje tranquilo.

Llevo 25 días de mi búsqueda y aún no sé nada de Nim; me acerco a cada barco que pienso que lleva su mando para informarme quién es la capitana, pero todos con una sonrisa burlona dicen: ¿cómo una dama podría ser capitana en un denso mar?, y con respeto respondo: Sí,  busco una capitana llamada Nim. Ella es una dama que siempre  he admirado por ser una buena capitana, y señor créame es mucho mejor que todos los  capitanes que he conocido. Seguí mi búsqueda pensando en dónde podría estar. Una noche de tormenta decidimos descender un una isla que al parecer era segura,  bajamos y dormimos unas cuantas horas, escuché extraños ruidos y fui a ver de dónde provenían. Qué sorpresa me llevé, había una pequeña población (12 hombres, 9 mujeres, y pocos niños fue lo que encontré). Me alejé y desperté a mis tres tripulantes, los llevé al lugar y nos acercamos a ellos; nos ofrecieron comida. Aunque era extraña tuvimos que comerla. Esa misma mañana me hablaron de su líder, me dijeron su nombre y al escucharlo me llené de esperanza. Pregunté que dónde estaba ella, su líder Nim. Respondieron que ella estaba al otro lado de la isla y para llegar ella deberían superarse pruebas, que sólo una persona lo lograría y al llegar a ella, habría que no verla de frente, sólo bastaría para reconocerla, una frase que nadie sabía.

Me fui, dejando a mis tripulantes. Arriesgando todo tomé un chuchillo y mucho valor para enfrentar las pruebas, caminé por una hora sin peligro. De pronto… ¡Oh, sorpresa!: una red me atrapó quedando inmóvil. Logré desatarme y continué. Pasaron muchas pruebas y  todas las logré pasar, pero la última y más difícil fue quedarme sin palabras al ver de espaldas a esa líder de la isla, una joven con cabello largo y negro a un lado de su hombre izquierdo. La miré y recordé sobre la frase que me habían mencionado, la conocía perfectamente y dije: Un, dos, tres por Nim, ella volteó y me dijo sonriente:   Sabía que no te darías por vencida hasta encontrarme, cuando teníamos 15 años  te dejé y ahora después de 10 nos volvimos a encontrar.


Después de encontrar a Nim le expliqué que así como a ella la busqué tendría que encontrar a James y a Amelia.
James, ¿quién podría decirme en dónde encontrarlo?, lo único que recuerdo de él antes de que partiera, fueron sus nobles sentimientos y que él se dejaba guiar por su corazón antes de consultar a sus pensamientos, que siempre creía que la pobreza está más cerca el amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas y nos aleja. Porque nos hace desconfiados. Así que analicé en los lugares en donde podría estar. Dónde él, teniendo una vida económica alta, podría derrochar ese dinero con tan puros sentimientos.

África, pero ¿cómo llegar? Era mi pregunta. Así que tomé el primer avión rumbo a ese destino. Viaje y viaje hasta llegar a África, y llego a mi mente que Níger  es al primer lugar en donde el iría ayudar a la gente en especial a los niños,  me dirigí a ese lugar, que es muy caluroso.
Pero… ¿cómo localizarlo? Claro, era de esperarlo. Él sería un gran médico. Me uní a ellos como una voluntaria, con el fin de lograr dos cosas: ayudar a esos niños y encontrar a  James. Fue desesperante el pasar de las semanas sin saber nada de él; a cualquier lugar que llagaba preguntaba sobre James. Pensé que estaba en el lugar incorrecto, no me rendiría hasta encontrarlo. Así que seguí. Una mañana que me encontraba compartiendo mi desayuno observé que a unos cuantos metros llegaban 4 camiones repletos de provisiones, los niños gritaban: —Llegó el doctor James.

Dije James, ¿será él?, no pude verlo, me retiré ya que tenía que continuar ayudando. Todo el día y parte de la noche estuve pensando si abría posibilidad de que fuera él o sólo era alguien con el mismo nombre. Unos días después mis esperanzas empezaban agotarse, pero aún así seguí. La mañana siguiente recurrí al hospital en donde había más niños a punto de morir, colocaba suero a un pequeño niño, pero mi mente estaba en saber dónde estaría James. Terminé con los niños que me necesitaban, daba sin medidas. Me tuve que reportar a una oficina para decir cuántos niños tenía a mi cuidado. Llegué a la puerta y había un pequeño letrero que decía: Dr. James M. ¡Me sorprendí tanto al ver ese nombre!, me alegré, quería llorar de felicidad, sabiendo que podría ser al amigo que buscaba. Abrí la puerta esperando verlo, pero no se encontraba nadie, entré y tomé asiento y nadie llegó. Me retiré, pero al día siguiente al terminar mis labores me dirigí a esa oficina. Abrí la puerta y encontré a ese joven de 23 años hablando por teléfono con una asociación donde pedía más apoyo, abrí la puerta tan despacio que no me escuchó. Colgó el teléfono un poco molesto, puso sus codos en su mesa y colocó sus manos en la cara; estaba tan asombrada porque era él, jamás olvidaría su rostro, y le dije: —Un, dos, tres por James, mi gran doctor que ayuda como siempre a los demás. Él levantó su rostro y me miró con duda, ambos no podíamos creer que después de años nos volveríamos a encontrar, se levantó y le dije: —Aquí me tienes, después de todo, te encontré.

Pero Amelia, sólo ella me faltaba. Amiga inteligente la que siempre escuchaba antes de escuchar, la que sabía a dónde iba, las grandes consecuencias de la mínima actitud. Nunca olvidaré todas las palabras que me inculcaba; pensé varios lugares en donde podría estar, porque le gustaba admirar los pasajes, ríos, montañas, los animales, todo lo relacionado con la naturaleza.
Pero esta vez no salí del país, entonces me dirigí a la terminal de autobuses y en el camino recordé que una vez me dijo que le encantaría vivir en lugar tranquilo, lleno de árboles, y con un poco de frío. Así que llegué a Zacapoaxtla, me dirigí a la sierra; me costó mucho trabajo, hacíaa mucho frío acompañado con neblina. Caminaba y caminaba por que el único transporte eran mis pies. Llegué a un lugar que se llama Pumacachocochuchut, este lugar es un pueblo muy humilde donde hay paz y tranquilidad, lugar perfecto para que Amelia esté feliz. Y ahora busqué hospedaje con una familia, en donde me abrieron las puertas de su hogar, dormí en un petate  pero eso no me importó, dormí plácidamente. Me levanté a las 6:00 AM para buscar a mi amiga Amelia; caminé 3 horas sin parar y vi humo salir de una chimenea, la curiosidad me hizo llegar hasta esa bonita cabaña.

Toqué la puerta, y nadie me abrió. Me asomé por la ventana, y el fuego estaba desnutrido. Escuché que alguien partía leña, me dirigí a ese ruido y vi a un señor. Me acerqué y le pregunté por una señorita llamada Amelia, y me respondió: —Claro que sí. Vive en esta cabaña, se fue a trabajar y llegará hasta la noche. Me invitó a tomar un café, después salí a caminar a las 7:30 PM, me senté bajo un árbol y escuché el ladrido de los perros anunciando su llegada; me levanté y la vi pasar, le grite: —¡Un, dos, tres por Amelia! Estoy feliz de encontrarte—; bajé corriendo, nos vimos por unos segundos y nos abrazamos, tanta fue me emoción que me puse a llorar, fuimos a su cabañita y platicamos por horas. Como siempre con sus palabras hermosas me dijo que aceptó la realidad en la que vivía para salvarse de los engaños—. Algo que me gustó mucho fue cuando me dijo: —Nunca te vas arrepentir de haberme buscado porque de lo contario nunca me perdonarías de no haberlo hecho—. Le pregunté que en qué trabajaba y por qué se retiraba tanto tiempo, me respondió: —Soy escritora, y estoy convencida y me gusta lo que hago.

Quedé fascinada de encontrar a mis tres queridos amigos y las razones por las que las volví a recuperar, ahora sin trabajo alguno puedo visitarlos y ellos a mí.




Gemali Sarai Menéndez Martínez
Mantenimiento a Equipo de Computo y Control Digital.
Conalep Tehuacán, Exención Ciudad Serdán. 

1 comentario:

  1. Al inicio de tu escrito redactaste, que habías perdido amigos y que estabas en depresión, sé que lo has escrito así porque así va la historia pero lo proyecto a la vida diaria y creo que en la vida éso sucede, pasan los años cambiamos de direcciones tomamos distintas rutas y los compañeros van saliendo de nuestra vida, otros se quedan y unos cuantos pocas veces se detienen para recordar viejos tiempos.
    Siempre he pensado que las personas que realmente son amigos, serán aquellas que se interesan y te dicen que te quieren pero más que éso, te lo demuestran ¿cómo? diciéndote la verdad aunque se escuche dura, te exhortan y a veces te regañan pero eso sí, siempre buscan tu bien. Volviendo a tu escrito, ¡me encantó! me aterrizaste bien bonito en tu escena guapa.
    ¡Saludos a la tribu termitas!
    Itzel Rosas Caballero ♥
    Conalep Teziutlán.

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