Atencingo, a 31 de octubre del 2011
Trabajadora de su compañía:
Por mi parte un cordial saludo para usted y su familia. Por este medio solicito formalmente que toque su corazón, que no me corra. Tal vez usted no se da cuenta porque casi no está. Y me pongo en su zapatos porque sé que tiene muchos pendientes y no sé da cuenta de lo que sus empleados hacen. Yo le compro su valioso tiempo (Usted me dirá cuánto cobra) tan sólo por verme todo un día trabajar. Si tan sólo se diera cuenta de mi trabajo cuando usted no está, siempre que llego lo primero que hago es buscarlo para darle los bueno días, pero usted siempre se encuentra ocupado y de malas y lo único que hace es mandar y gritar. Pero no se preocupe, que eso es lo de menos. Usted no se da cuenta de que siempre que empiezo a trabajar, lo hago con gusto, con amor. Porque ese trabajo es parte de mi vida y la de mi familia. Por qué sé que construyo una casa con cariño. De ahí me sostengo.
Al entrar a trabajar me costó tanto trabajo que usted me aceptara. No se preocupe, lo único que sé, es que usted ha vivido en cuna de oro a diferencia mía: en pobreza, abandono, hambre y entre otras cosas que ni usted se imagina. Todo eso me duele porque con mi trabajo he vivido cosas tan maravillosas con mi familia. No es tanto el sueldo que usted me da, si no que me satisface hacer mi trabajo. Pero hoy me doy cuenta de la realidad. En la vida no lo es todo el dinero, si no el amor hacia ti mismo y hacia las cosas que haces. Usted tuvo todo, pero ¿de qué sirvió si lo que no tuvo fue amor que es lo que verdaderamente importa? pero usted y la gente no ve, cuánto trabajo hay detrás. Usted y la gente no entienden si quedo horas y horas despierto, o si es cuestión de ellos o usted. La gente simplemente quiere recibir, y eso es lo único que quieren. Es como si todo mi trabajo se viera mermado en una frase, en un texto, en una simplicidad que reduce años de trabajo en unos segundos. Y todos ellos ni usted son capaces de hacerlo, todo el mundo es capaz de llegar donde está usted, y eso es una realidad, no es una ilusión Pero la cuestión es que sólo pocos de los que hablan saben si realmente aguantarían. Pura disciplina, mental, tortura en cada noche, hasta convertir en costumbre acciones que tal vez sean dañinas para mi cuerpo y para mi mente. No entienden que es años, es tiempo, es cuestión de permanencia, y de constancia. Pero todos y cada uno de nosotros, sólo saben hablar y hablar, después el actuar es otro cantar. Es muchas veces las que el silencio y el tiempo es la acción, que te ofrece el resultado a que después de años, tú sigues trabajando mientras otros ya han abandonado pero ya estará en sus manos si me corre o no gracias por todo.
Se despide
Su empleada
Marisol García Castañeda
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