martes, 4 de diciembre de 2012

Un asunto tenebroso



Personajes:

GIGOLÒ          MESERO                     DEMONIO                   ANGEL BUENO
FREDY             GEMELAS                    FANTASMA                 PRINCESA

Esta historia tiene de todo: tragedia, llanto, alegría, enojo, muerte. De todo un poco. Bueno, comenzaremos.

En una casa muy hermosa por fuera de la calle Hidalgo, vivía un gigoló,  el más prestigioso de la ciudad. Él y su primo eran inseparables, como uña y mugre. Su primo era Fredy, un joven que estaba con él casi siempre.

La aventura comienza un día muy bonito, el gigoló estaba planeando una salida en la noche a una fiesta  a la que lo habían invitado, y pues claro, planeaba llevar a su primo para divertirse un rato, pero él no sabía dónde era la fiesta. Sólo sabía que dos amigas la estaban organizando; sólo le dijeron una vez y él se hizo del rogar y quedó en avisarles. Les habló en la mañana para que le dijeran detalles pero insistieron que si queríamos ir, primero debíamos de invitarlas a comer a un lugar muy bonito. Mi primo aceptó.

En la tarde nos encontramos con ellas en el lugar más hermoso de la ciudad para comer en los tlacoyos, y les explicaron los detalles pero había un pequeñísimo problema: ese mismo día le había prometido a una princesa que la iba a invitar a comer a su casa. Regresamos y de pronto, entre las tinieblas, apareció un demonio y entre las nubes se abrió paso un ángel y se sentaron en el sillón a los lados de mi primo. Y yo sólo observaba. El demonio empezó a decirle: −Mira, en la fiesta habrá chicas, habrá agua, miel…¡Ay, habrá tanta comida deliciosa! Piénsalo: tacos al pastor, tacos de carnitas, gorditas, tamales…¿qué más puedes pedir? y con tu princesita vas a tener berrinches porque ya sabes que es una berrinchuda de primera. Siquiera tendrás que sacar unos cinco mil pesitos entre lo que coma, (que si quiere caviar, que si quiere un poni, que si quiere cualquier aparatejo) y a la mañana siguiente habrá desaparecido y no la volverás a ver hasta que se acabe el dinero que te robó.

El ángel bueno respondió: −Ammh, no pues él tiene buenas razones, sí. Lo apoyo, ve a la fiesta y deja votada a la princesa. Y pues Fredy se quedó con cara de qué. ¿No acaso el ángel bueno debe aconsejar que se deben hacer cosas buenas y no malas? Pero en fin, a él no le importaba si se divertían. Estaba encantado.

El gigoló y Freddy quedaron en verse en un castillo para otra fiesta; fueron a las ocho treinta de la noche al castillo; bailaron un poco, pidieron algunas bebidas e hicieron amistad con un camarero que estaba por ahí, sirviendo y sirviendo bebida para ellos.

Salieron del castillo algo perdidos por el agua miel que les había obsequiado el nuevo amigo; de ahí fueron a la casa de las gemelas para ver qué había pasado con la fiesta, ¿cómo llegaron a la casa?... quién sabe. Muchos de sus amigos dijeron que Fredy y el gigoló, besaron a un poste de luz pensando que era Beyonce y la otra Madonna; llegaron a la casa para no encontrar nada. Sólo un basurero enorme y unos vasos llenos de vino tinto. Se los tomaron de trancazo. Vieron que toda la habitación se movía; en el último momento, vieron al camarero, a las gemelas y a la princesa riéndose como desesperados.

Ahora explicaré qué pasó. Resulta que las gemelas y la princesa eran hermanas, y el camarero, era el novio de las gemelas y habían planeado algo muy malo. Ellas ya se anticiparon a que iban a ir a un antro y sabían a cuál, el camarero iba a estar ahí para que las últimas bebidas que tomaran ellos, por cortesía del castillo, les habían rociado polvos mágicos que los hicieron perderse y marearse más de lo normal. Las gemelas, la princesa y el mayordomo sonrieron con cara de traición hacia ellos mismos.

Llevaron al gigoló y a Fredy a una catacumba en las afueras de la ciudad y los pusieron en una silla de metal que estaba clavada al piso. Ataron a los dos con un lazo que le habían quitado a un puerco y los dejaron ahçi, con un beso que les dieron las gemelas y la princesa. Pero la peor parte le tocó al gigoló, pues el mesero lo beso en la mejilla y lo vio con cara de: regreso más al ratito. Las gemelas, la princesa y el mesero, sacaron una botella y sirvieron una bebida para cada uno, pero cada uno había envenenado su bebida para que sólo uno quedara en pie y se quedara con todo el dinero que le habían quitado a esos pobres incautos. Los cuatro bebieron esperanzados a que uno quedara. De golpe cayeron los tres desmayados.

Despertaron el gigoló y su primo atados a la silla y empezaron a roer el lazo del puerco y tardaron dos días y medio para que el lazo se rompiera y pudieran salir de ahí. Salieron con el dinero y dejaron atados al mesero, a las gemelas y a la princesa a la misma silla con otro laso que le habían quitado a un perro. Las gemelas, la princesa y el mesero, sólo habían quedado dormidos por tres días por que resultó que no era veneno sino polvos mágicos para dormir. Salieron de ahí sólo con sus calzoncillos y una camiseta rosa y se fueron caminado a la ciudad sin verse siquiera a los ojos. Entraron a la ciudad y de pronto había un desfile gay que iba pasando y los vieron con cara de:¡Qué papotes! Nos encontramos los dos quienes corrieron como desesperados a su casa, se dieron una ducha porque se sentían asqueados.

A los tres días el gigoló fue a la casa de Fredy para platicarle un asunto, llegó y dijo lo siguiente: −Oye primo, conocí a unas trillizas y me invitaron a una fiesta. ¿Cómo ves? ¿vamos? Fredy se le quedó viendo con cara de: ¿qué?, ¿no aprendiste la lección? y le respondió: Dame cinco minutos, me voy a cambiar y salgo ¿va?

Alfredo López Ortega
Conalep 153
Teziutlán Puebla


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