jueves, 6 de diciembre de 2012

LOS PASTELES DE MARYTA


             

                Maryta  era la hija mayor de cuatro hermanos, del molinero del pueblo; un hombre bueno y ya entrado en años que poseía un pequeño huerto donde sembraban hortalizas y  algunas frutas que la madre de Maryta vendía en el castillo del Rey Alfonso. Pero un día, el padre de la niña se enfermó por mucho tiempo y no pudo seguir trabajando en su huerto; así que la madre de Maryta vendió los pocos animales que poseían y alquiló el molino para conseguir las medicinas y pagar al doctor que atendía a su esposo, pues en esa época era muy caro traer un doctor al pueblo, los pocos que existían cobraban muy caros sus servicios.

                Maryta y su mamá fueron a pedirle trabajo al Rey en su cocina, lo que consiguieron sin  ningún problema como ayudantes de cocina y aunque ellas se encargaban de la limpieza de trastes y pisos, la jovencita que era muy lista, no perdió detalle de la preparación de los platillos que ahí se cocinaban, pero en especial de los pasteles. Pues tenía una gran fascinación por aprender a cocinarlos; así que de vez en cuando, se ofrecía a ayudar ala pastelero del rey.

                Un día que se preparaba un gran banquete real, para festejar el cumpleaños del hijo menor del Rey el chef encargado de la cocina, llegó bastante borracho por una discusión que había tenido con su esposa y sin querer resbaló con un balde de agua que estaba cerca de la puerta  y al momento de caer, se llevó consigo el mantel de la mesa principal, haciendo un monte de ollas volcadas, platos rotos, espaguetis humeantes y uno que otro postre que ya estaban listos para servirse. Todo quedó en silencio absoluto solo pedrito un ayudante de la cocina alcanzó a gritar mientras se  tapaba la cara con las manos pues él había dejado el balde de agua cerca de la puerta, y temiendo lo peor, salió de la cocina avergonzado y llorando por el pasillo de la puerta trasera. Todos se pusieron nerviosos y el cocinero se desmayó. Entonces la madre de Maryta pidió a las demás que le ayudaran  a cocinar los platillos y postres que se habían arruinado. Así lo hicieron y el banquete se celebró con un poco de retraso pero como los invitados del Rey llegaron tarde. Nadie notó la llegada de los platos que faltaban.

Al siguiente día, el encargado de la cocina preguntó cómo habían hecho para reponer lo que se perdió, y  todos le contaron que entre Maryta y su mamá habían cocinado los pasteles, espagueti y demás viandas que faltaban. Explicaron que el muchachito que había dejado el balde en la puerta no lo hizo a propósito, el gran chef se disculpó por haber llegado borracho, volvió a llamar a Pedrito. Desde ese momento Maryta se convirtió en  la ayudante  del cocinero y aprendió muchas cosas hasta que por fin le llegó su oportunidad. Resulta que muy pronto sería el cumpleaños del Rey quien ordenó  que se preparara un gran festín para celebrarlo con sus amistades, pues este soberano, era reconocido por los cortesanos por ofrecer los más deliciosos postres y suculentos platillos. Así que el chef  le pidió a Maryta que elaborará los postres preferidos del rey también que ayudara con el  gran pastel de cinco pisos de  un sabor distinto cada uno, pues al rey le encantaban todos los postres y era un verdadero glotón.

Al finalizar el banquete, todos quedaron maravillados con la exquisitez de los pasteles y le pidieron al rey Alfonso mandar  traer al chef para felicitarlo. En un momento llegó el gran chef acompañado de Maryta y ambos fueron distinguidos como embajadores de los pasteles y a la chica la nombraron Chef Real del Castillo los meses pasaron. Pronto la joven se iba convirtiendo en experta en el arte  de la repostería, la gente comía sus pasteles y postres, los elogiaba con gusto; y sucedió que uno de los primos del rey que iba a ofrecer un banquete en su casa, le pidió al rey Alfonso le prestará a uno de sus cocineros reales para  encargarse de los postres en su castillo, pues su chef ya estaba demasiado grande de edad y quería deleitar a sus invitados con los postres que su primo les había convidado en sus reuniones, el rey  aceptó con la condición de que sólo se llevaría a Maryta por un tiempo, mientras su primo encontraba quién ocupara el puesto, sin imaginar que precisamente la jovencita era quien tenía el sabor en las manos.   

                Al igual que en ocasiones anteriores, la cena fue un éxito. Duques, Reyes, Varones y Condesas, quedaron fascinados con los postres que degustaron, pero como nunca falta un envidioso, una de las sirvientas del palacio real a donde había sido invitada Maryta a cocinar, planeaba cómo hacer quedar mal a la joven quien  ya casi cumplía sus diecisiete años. Pero sucedió que en una de esas fiestas, un primo del  sobrino del Rey la vio pro primera vez y se enamoró al instante de la jovencita que a parte de ser bella, cocinaba los postres más deliciosos y le pidió a su madre le permitiera visitar a su tío para poder encontrarse con la joven. Al Rey no le sorprendieron las frecuentes visitas de su sobrino puesto que él y su esposa nunca tuvieron hijos e incluso le causaba regocijo que a su sobrino le interesará meterse a la cocina a curiosear  un poco con el pretexto de aprender cómo se preparaban las exquisiteces culinarias, por lo que no vio nada en particular el que su sobrino frecuentara a Maryta.

Pasaron los meses y la chica tenía que regresar al servicio de su antiguo rey, pero Charles (el sobrino del rey) y ella, se encontraban totalmente enamorados y tuvieron que confiarle al Rey sus anhelos y desesperación por seguir juntos. El rey, que era un hombre bondadoso, apreciaba a su sobrino sobre manera y deseaba hacerlo feliz pero bien sabía que sus parientes no aprobarían esa unión. Así que decidió algo que le llenaría de satisfacción, pues nos sólo conseguiría una hija, sino también un heredero para su trono. Mandó traer a la madre de Maryta y le comunicó que adoptaría a su hija como propia y que esto sería bueno para ella pues obtendría un título que nadie le quitaría y la convertiría en Reyna, pues la chica estaba enamorada de su sobrino y al casarse se convertiría en Reyna, pero sobre todo lo hacía para que la familia de su sobrino la aceptara pues su cuñada era muy conservadora y no dejaría que su hijo se casara con alguien que no fuese de la realeza. La madre aceptó, y la boda ser realizó con gran pompa y así fue cómo las manos mágicas de Maryta le consiguieron un rey, un trono y la felicidad junto a su príncipe que a pesar de no ser azul, tuvo la suerte de encontrar una gran cocinera, repostera y madre de sus hijos pues tuvieron tres, dos bellas niñas y un varoncito, juntos gobernaron con benevolencia y prosperidad el reino que les fue heredado.           






Por: Briseida Neri Bravo
ORIENTADORA  EDUCATIVA
CONALEP TEHUACÁN

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