viernes, 14 de diciembre de 2012

ERRORES PERFECTOS

Desperté entre tus desvelos dormidos, con un pie en tierra y uno otro fuera de ella,
En la danza estática de tus cabellos sin censura, bailé como el amor en tu sangre.
Mi pensamiento con tus tristezas irrisorias, al fondo de la última pieza de vals.
En la fúnebre felicidad de tu sonrisa blanca, entre pestañas, entre el enigma difundido de nuestro amor certero.
Somos lindos para ser un par de feos, camaradas de charlas y soledades compañeros en soledad innata.
Amante parcial y mi amigo total, con nuestros ataques de ira felices tejidos de nuestros errores perfectos.
Ganamos lo que perdimos, en nuestra vista ciega en el sentimiento lejano de tu melancolía gozosa.
En la luz opaca de mi cantar, en tu labio inferior frente a mi paciente desesperación.
Y aquí estamos. Combinando la lluvia con el invierno cálido, exhalando tranquilidad del ruido mudo, tras el canto de un ave.
En la calma de tu realidad ficticia, lejos de mi abrumadora paz, caminamos y viajamos sin descansar.
Llegamos a la oscuridad deslumbrante, y con nuestras manos aplaudimos al amor dando bienvenida al final.
El final del abandono, navegando en el cielo, caminando en el mar, recalcando la copia original de tu beso radical.
En las lágrimas secas sobre tu mejilla dorada, como un suspiro interrumpido, completo, totalmente roto.
Sobre la idea un silbido, olvidándote te he recordado. Te he nombrado embajador de mi ser total, como las olas cubren al mar.
Dimensioné tu cuello, y  era perfecto para mis brazos. Aparté tu cuerpo, abrazándolo. Y en un choque de emociones contenidas, besé tus deseos.
Soy una chispa de alegrías prematuras, y tú un sensato loco. Y somos un desenfreno organizado, embarullado y ordenado.
Pero el futuro no nos inmuta y no pensamos en él. La lógica del mundo y sus mentiras verdaderas, en sus almas llenas de vacío, son nada.
Porque, menos es más. Porque somos uno, dentro del par.  Y tu ceguera miró en mí miró un ser especial.
Y desperté entre tus desvelos dormidos, como un respiro, como un leve silbido. Porque estuve en el sol, pero sentí frío. Y me mostraste, todos los orígenes del amor, y con ellos; mi propio ser.

Itzel Rosas Caballero
Teziutlán

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerda que tu mensaje pasa por un proceso de moderación para aparecer publicado.