jueves, 10 de mayo de 2012

Un mundo sin gente 3: Delia


Sólo se puede observar el hermoso día como cualquier otro. Puedo ver la soledad de este espacio por unos minutos. No encuentro objeto alguno que desafine este hermoso e impactante lugar.  Todo es perfecto y tranquilo, sólo siento el susurro del aire que sopla contra mí, jugando rebeldemente con mi cabello, alborotándolo por todos lados, cubriendo mi vista con el fin de perderme un segundo de  ver este hermoso lugar. Es una frescura que me eleva hacia lo alto, perdiéndome con el infinito olor de la tierra mojada por el agua. El sol esta apunto de ocultarse sobre los cerros, para empezar a descubrirse la luna brillante y resplandeciente como un diamante, guardado por varias horas mientras el sol gobernaba el día. El parpadeo de mis ojos es tan lento, el aire levanta el polvo cubriendo el patio como si fuera neblina, después de unos minutos todo vuelve a la normalidad. De repente, atraviesa una bolsa de naylon de un extremo a otro, por la fuerza del aire, la confunde entre una y otra dirección, la eleva con un pequeño remolino que se logra formar, después todo termina y la bolsa queda sujeta en la punta de las espinas de un árbol de limón.

La hamaca en la que me encuentro sentada se mece para adelante y para atrás, suavemente y me dieron ganas de dormir un poco, siento como si fuera la cuna que utilizaba para dormirme de pequeña.

El fruto de un guayabo se mueve con precisión, hasta que logra caerse al suelo, después de estar colgada por un largo tiempo mientras se maduraba perfectamente, hasta que al fin se llegó su tiempo de madurarse.

Los arboles tiran sus hojas seguidamente, con el resoplo del aire se alborotan fuertemente, y caen. Desde lejos se mira como si fuera una lluvia de flores amarillas, que si a diario cayeran las mismas, en unos días el patio estaría repleto de ellas, resplandeciendo su hermoso color apoyadas por la luz del sol, me recostaría sobre ellas como si fuera el lugar perfecto para descansar, luego tomaría la escoba y me pondría a barrer, me llevaría muchas horas para dejar todo limpio, tal vez necesitaría ayuda de alguien más.

Mis oídos pueden escuchar varios sonidos, el principal que percibe es el del motor de un carro, que rápidamente cruza por la calle, luego una botella de plástico que cae de la mesa, por la precisión del aire, rueda por el piso y queda atrapada sobre las cuatro patas de una silla, queriendo ser liberada, dando giros sobre el mismo lugar, poco después escucho la melodía de una canción, la mezcla de cada uno de los instrumentos, y la voz de quien la canta.

El polvo se vuelve al levantar fuertemente, y las cosas quedan cubiertas con una capa de polvo, tal fino como la arena del mar.

Una vez oculto el sol por detrás de los cerros, el cielo empieza a apresurarse para quedarse totalmente obscuro, lentamente empiezan a aparecer nubes con un color obscuro, como si fuera a llover, tiempo después se embravecen y empiezan a retumbar, con un sonido espantoso, los relámpagos suenan como si fuera a venir una tormenta terrible, pero algo increíble pasó: que después de una hora, comienzan a esparcirse por otra dirección, hasta quedar perdidas a lo lejos, finalmente empieza a brillar la luz de la luna, el brillo de las estrellas empieza a descubrirse lentamente, hasta que la noche logra ser la más bonita de todas y la más perfecta.

Alma Delia Arce Pérez

1 comentario:

  1. Interesante Delia, me agrada como expresas tu entorno, las puestas de sol son muy inspiradoras y me gustó como captaste detalle hasta de cosas vanas como una bolsa o una cantidad de polvo, tenemos muchas actividades pero es bueno que nos relajemos y nos demos un tiempo para descansar, especialmente me dieron ganas de acostarme en la hamaca que mencionaste, pero ya llegará mi oportunidad.

    Saludos de Jahaziel Guzmán, Conalep Puebla I

    ResponderEliminar

Recuerda que tu mensaje pasa por un proceso de moderación para aparecer publicado.