Pequeña
biografía de mi infancia
Al nacer a finales del otro siglo y comienzos del actual
es como “germinar entre el pasado y el futuro”.
Seguramente más de uno, sentirá una grata sensación,
cuando nombre los diversos juegos que endulzaron nuestra infancia, antes de que
la tecnología estuviera tan a nuestro alcance.
Yo vivo en San Luis Tehuiloyocan, es un hermoso
pueblo, en el cual, hasta hace unos años la población era muy reducida en
comparación con la que existe hoy en día. Tal vez por eso siento que las cosas
eran un poquito antiguas, como si mi localidad se hubiera perdido en el tiempo
con unos cuantos años de retraso.
De los tantos recuerdos que tengo de niña, es que me
encantaba jugar atrás de la casa de mi abuelita materna, bajo un gran árbol de
nuez, ahí hacía la comidita; pasteles
de lodo; me subía al columpio; jugaba a las muñecas; me fascinaba imaginar que
viajaba y conocía otros lugares, en fin, decenas de cosas que puedo estar
olvidando.
Casi siempre jugaba sola, ya que durante mucho tiempo
fui hija única, a pesar que le insistía a mi mamá que me diera un hermanito mis
suplicas no fueron escuchadas hasta pasando mis 10 años; de esta manera me
acostumbré a estar sola y creo que es lo que más me encanta. Sin embargo,
cuando de vez en cuando llegaban a casa algunos amigos míos, o estando en la
escuela o también cuando llegaban señores con muchos hijos a rentar cuartos
durante algunas temporadas en casa de mi abuelita, nos reuníamos a jugar, los
típicos listones, las cebollitas, stop, aunque nunca
aprendí a usarlos pero me encantaba ver jugar a los demás niños: el trompo y el
yoyo; en casa de mi abuelita nos poníamos a cantar Doña Blanca, el patio de mi
casa, a la víbora de la mar y uno
de mis favoritos: el lobo feroz. Por
supuesto que también jugábamos a las canicas, la lotería, serpientes y
escaleras.
Son muchos los juegos que generaciones atrás y la mía
tuvimos la fortuna de conocer. En mi opinión me sentiría más satisfecha al
haberme divertido con un juego de los que acabo de nombrar que es más “natural”
a diferencia de uno más “electrónico”.
Tengo demasiadas anécdotas acerca de mi niñez, que si
contara todas, creo que haría un libro; por el momento quiero compartir algunos
de los tantos juegos con los que han reído cientos de niños, espero que los
recuerden con cariño.
Anónimo
Interesante historia, definitivamente fue una época maravillosa, a muchos de nosotros nos tocó pero a menor escala, creo que a usted le tocó en su mero apogeo. Algo que de verdad admiro es la capacidad que tenemos todos los seres humanos para convivir y disfrutar de la vida indistintamente de nuestra época, es decir, los jóvenes de antes se divertían con lo de antes y los jóvenes de ahora se divierten con lo de ahora.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo cuando usted cuando dice que prefiere las diversiones más “naturales”, yo también, prefiero las diversiones que no dependen de un aparato electrónico. Me gusta su manera de pensar, muchos piensan igual y es grato a mis oídos dicha reflexión. Cada quien tiene que disfrutar su época y vivirla de la mejor manera, pero cuando nos envolvemos en los recuerdos del pasado llega una sensación de agradabilidad que no podemos explicar.
Muy buena descripción del pasado añorado y vagamente recordado.
Muchos saludos “Anónimo”. Atentamente:
Jahaziel Guzmán Jiménez
Conalep Puebla I