El eco de mi voz se esparce por completo, hasta en el ultimo rincón de mi habitación, se escucha retumbar sobre las paredes, por un segundo se pausa, después de un momento procede a escucharse nuevamente. El silencio es tan profundo, con un don de paz tan perfecto, en reposo sin movimiento alguno, y cuando menos se lo espera lo interrumpe el eco de mi voz, mi yo oculto como nunca antes visto, ¡ha despertado! Con gran animo y con gran potencia grave, se expresa libremente al compas de la libertad, de tal manera que solo dos personas habitamos en este espacio, estamos viviendo el aquí y el ahora, conversando libremente y escuchando nuestro sentir, habitamos sin ninguna interrupción, ni el ruido de una mosca se escucha.
Pero
al instante, siento como si estuviera frente a una multitud de personas, en una
posición firme y tranquila, con el oído atento al eco de mi lectura, todos
estos me observan y se quedan cautivados, sin hacer ni el más mínimo
movimiento, se paralizan en cada interrupción del silencio, me miran como si
anhelaran con ansiedad estar en mi lugar, leyendo, y disfrutando el momento de
la lectura, queriendo ser el centro en esta hora viva de alegría.
Quieren
el momento más fascinante de mi vida. Nunca había experimentado esto, nunca me había
sentido mejor, bendita la hora de este momento, ahora puedo darme cuenta de la
libertad que tengo, y que soy yo la única que puede hacer realidad estos momentos,
sin que nadie me lo impida ni me lo prohíba, sin límite de voz, siento ser
quien nunca fui, aquella atrapada en el fondo de un agujero, donde estaba atada
en un mundo de silencio, donde estaba prohibida
la “expresión”, el tesoro más valioso de una persona.
Alma
Delia Pérez Arce
Conalep
Atencingo
Oye guapa, como que tu escrito me dejó con la boquita abierta, es muy bueno :) ¡Felicidades!
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