Orbe Intrínseco
Varado en una zona cerrada, pero me siento en total libertad. Hablo de mi
cosmos, de mi orbe, donde mis movimientos se ven limitados por cuatro muros,
pero mi espíritu está libre pues mi presencia vuela libremente por la
computadora que está enfrente de mí, un teclado negro y sombrío pero que
proyecta mis pensamientos lúcidos en esa pantalla plana, que tiene su cerebro a
la izquierda, pero no mayor que el mío, con una serie de ramificaciones detrás
que transportan la información llamados cables. Todo reposado sobre una mesa de
madera, un mueble sobado pero funcional, no se le ve lo desgastado por el forro
de plástico color madera que tiene en todo el superior.
Debajo de la mesa un par de cajas guardan una
serie de recuerdos, recuerdos pictóricos llamados fotografías. Enfrente de mí, arriba
de la computadora, sobre una de las cuatro paredes verdes hay una serie de
“evidencias” que comprueban mi desempeño escolar, para mí son sólo papel, pues
mi avance se ve en mi persona y no en los papeles, pero aun así, sé que son
importantes y los conservo para mi beneficio.
Atrás de mí, en la esquina de la izquierda
está la entrada a este lugar, una entrada angosta custodiada por una puerta de
madera con una manija de metal plateado, al abrirla puedo entrar o salir de mi orbe
donde paso la mayor parte de mi tiempo, no es sólo un cuarto, es una utopía que
manifiesta mis sentidos a mi gusto y a mi deseo. A lado de la puerta hay un
librero antiguo pero de mucho valor para mí, contiene cuatro niveles: en el
superior unas cuantas fotos, en el inferior sólo unos libros de mi secundaria y
maletas que frecuentemente utilizo. En el resto de los estantes, una gama de
sabiduría plasmada en hojas que me llama diariamente, son mis amigos los libros
que nunca dejaría en el olvido.
Terminando ese frágil librero inicia un
ropero pequeño, humilde y casi desarmado, pero que mi padre hizo con mucho
cariño para mí. A pesar de que sólo son cuatro maderas unidas a la pared lo
considero un ropero muy práctico de carácter modernista. Justo enfrente de ese
roperito (que termina en la esquina)
está un rotafolio que mi padre usa para enseñarme cosas nuevas cada vez
que hay oportunidad.
El cuarto se ilumina por las mañanas
con un hueco sellado con vidrio que se encuentra ahora a mi derecha, una
ventana de tres vidrios me permite disfrutar del paisaje del callejón de atrás.
Estoy convencido de que los paisajes tú te los pintas, así que el callejón que
se divisa por el hueco es una mera obra de arte. Debajo de la ventana está mi
zona de descanso preferida. la cama que tiene una cobija azul y una cabecera
metálica que llega a la otra esquina de la habitación, revestida por una tela
grande y gruesa, pero a la vez decorativa, evitando que el frío llegue a mí en
las noches.
Junto a la cama una base metálica de
carácter industrial, con dos cajones y una repisa para poner los pies, se llama
escritorio y lo uso muchas veces para hacer volar mi imaginación con los
lápices, libros, hojas y otros materiales que tiene en su interior. Este
escritorio está exactamente junto a la mesa que sostiene a la computadora,
encima del mismo está una impresora negra y pequeña pero muy útil.
A mi izquierda, una mesa que contiene
material del trabajo de mi padre y un cesto con muchos artículos de mi
infancia. La mesa posee parte de mi material favorito, libros, hojas, lapiceros
y cosas que pueden hacer que tu creatividad fluya. Ahora que lo pienso, estoy
bien sin esos aparatos de “entretenimiento moderno” no tengo televisión en mi
cuarto, ni DVD, ni estero, ni Xbox u otros aparatos, pero aun así me siento
feliz y completo.
Mi limitante parcial para volar se ve
arriba: un techo blanco y una gama de estrellas plásticas fluorescentes. La
fuente de luz artificial, está en el centro del techo, por las noches prevé una
luz blanca que alumbra a toda la habitación, desde atrás del librero hasta los
mosaicos azules que cubren todo el piso.
Ese es mi entorno, mi mundo, todo lo que necesito para desarrollar mi
mente y mi creatividad, la descripción parcial de un
lugar utópico intrínseco en mi mente pero que esta fuera de ella.
Jahaziel Guzmán Jiménez
Conalep Puebla I
Mecc-206